En los últimos años, cada vez es más común hablar de criptodivisas. ¿Posee criptodivisas? ¿Sabe cómo funcionan? Y, la pregunta principal: ¿conoce los fundamentos que las sustentan?
Personas de todo el mundo compran y venden criptomonedas a diario, a menudo sin información previa, lo que es muy peligroso.
Las criptomonedas están más de moda que nunca. Oímos y leemos sobre ellas en todas partes. La gente se siente obligada a poseer unidades de estos activos, a menudo por miedo a la exclusión (síndrome FOMO), otras por recomendaciones de amigos o anuncios vistos en sitios web y redes sociales. Pero, por desgracia, rara vez se obtienen con el fin fundamental para el que fueron creados.
No hay más que ver los vídeos de YouTube de influencers o asesores financieros mostrando gráficos alcistas y oportunidades de beneficio y, en los comentarios, gente preguntando si «merece la pena comprar la divisa X, Y o Z».
El concepto de monedas alternativas
Las monedas alternativas están más presentes en nuestras vidas de lo que pensamos, aunque no seamos conscientes de ello. Las tarjetas de crédito ofrecen millas aéreas y programas de beneficios, las gasolineras ofrecen puntos y otros ejemplos de empresas que ofrecen algún tipo de valor virtual para un fin específico son fáciles de encontrar en nuestra vida cotidiana.
Es importante entender que los miles de criptoactivos existentes, también conocidos como criptodivisas, tienen fines específicos, ya sean financieros, utilitarios, sociales -entre otras funcionalidades-, con la gran ventaja añadida de ser mucho más seguros, transparentes y democráticos. Básicamente, ninguna institución central tiene el poder de controlar o decidir quién puede y quién no puede poseerlas o gravarlas.
Las criptomonedas funcionan en una red descentralizada conocida como blockchain. Esto permite a sus usuarios ser los únicos responsables de la posesión de sus claves privadas, que dan acceso a las transacciones en un monedero específico. De hecho, todo el proceso se vuelve privado y justo, ya que usted es el verdadero y único propietario de sus activos. Esto significa que no dependes de una institución centralizada para decidir cuánto y cómo puedes utilizarlos. Ya es inevitable: está surgiendo una nueva generación web, y con buenas noticias. La Web 3.0 será descentralizada, democrática y devolverá el poder a sus usuarios.