Durante una reciente audiencia en el Congreso, Gary Gensler, el presidente de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC), fue duramente criticado por su gestión de la regulación en relación con las criptomonedas. Las acusaciones realizadas por miembros del Congreso, en particular Tom Emmer, ponen de relieve un enfoque considerado “ilegal” y “destructivo” hacia un sector en plena expansión.
Una audiencia esclarecedora sobre la regulación de las criptomonedas
Durante la audiencia, Gensler fue confrontado con preguntas incisivas sobre su estrategia de regulación de las criptomonedas. Tom Emmer acusó a la SEC de haber llevado a cabo una “campaña sin ley” contra la industria cripto, afirmando que Gensler había abusado de las herramientas de aplicación de la ley para atacar a empresas dispuestas a cumplir con las regulaciones. Emmer destacó que la creación del término «seguridad de activos criptográficos» por parte de la SEC no tenía ninguna base legal, lo que plantea preocupaciones sobre la legitimidad de las acciones de la agencia.
Gensler defendió sus acciones citando las decisiones judiciales que afirman que la prueba Howey, utilizada para determinar qué constituye un contrato de inversión, proporciona la claridad necesaria. Sin embargo, los críticos sostienen que este enfoque crea confusión en el mercado y perjudica la innovación. La SEC es así acusada de no proporcionar un marco regulatorio claro, lo que complica la navegación de las empresas en un panorama ya de por sí complejo.
Las consecuencias de una regulación ambigua
Las tensiones entre la SEC y los actores del mercado de criptomonedas subrayan un problema más amplio: la incertidumbre regulatoria puede frenar la innovación y la adopción de las criptomonedas. Muchas empresas se sienten obligadas a cumplir con reglas vagas, lo que puede llevarlas a abandonar el mercado estadounidense en busca de jurisdicciones más acogedoras. Esta dinámica podría perjudicar la competitividad de Estados Unidos en el ámbito de las tecnologías financieras.
Las críticas a Gensler también destacan la necesidad urgente de un enfoque colaborativo entre reguladores y actores del mercado para establecer reglas claras y justas. La ausencia de un marco regulatorio sólido podría no solo desincentivar las inversiones institucionales, sino también exponer a los inversores particulares a riesgos aumentados.